La etapa adolescente es reconocida por su complejidad e inestabilidad, pues al tratarse de un proceso de cambio profundo, todo puede variar de un segundo a otro. Para los cuidadores, pone a prueba la tolerancia y la paciencia, siendo elementos que siempre emergen en los procesos terapéuticos.

En los adolescentes, todo es altamente caótico e inestable, con altos niveles de polaridad en torno a las decisiones y la manera de interpretar los acontecimientos. Frente a todo este dinamismo, es importante reconocerlo como un proceso de crecimiento que requiere gran apoyo y orientación.

El fortalecimiento de habilidades es central en el trabajo con adolescentes y sus familias, a fin de mejorar la relación parentofilial y la comunicación como eje central.

Los niveles de angustia e inseguridad que rodean esta etapa del crecimiento, ponen a prueba las capacidades de los adolescentes y por supuesto, de sus cuidadores. Por esto, es que se necesita dejar a disposición de ellos, una amplia gama de herramientas, que permitan facilitar el tránsito por esta etapa.